El cuento de la película y la película del cuento

HACE 4 O 5 MIL AÑOS, ERAN CUENTOS, PERO NO PARA NIÑOS

SE CONTABAN DE UNOS A OTROS Y ESO HACÍA QUE VIAJASEN Y DONDE SE QUEDABAN A VIVIR SE ADAPTABAN A LAS COSTUMBRES:

Casa de chocolate (Alemania) / Casa de turrón (España).

Enanitos de Blancanieves en el norte de Europa / en España: Mariquilla y sus siete hermanos.

Cenicienta / aquí es Estrellita de Oro.

A LOS CUENTOS, DESPUÉS, LES ECHARON AZUCAR: Perrault le puso caperuza roja y dejó que se la comieran. Los Hermanos Grimm trajeron al cazador. Y Disney para el que todos los cuentos terminan bien… cambiando la historia y haciendo libros de las películas.

leamos los de por aquí

Cuando Caperú no tenía caperuza

El cuento de la abuela.

“Había una mujer que acababa de cocer pan. Le dijo a su hija: 

– Ve a llevarle esta hogaza calentita y esta botella de leche a tu abuelita. 

Y la niña partió. En la encrucijada se topó con un bzou, (un hombre lobo), que le dijo:

– ¿Adónde vas?

– Le llevo esta hogaza calentita y esta botella de leche a mi abuelita. 

– ¿Qué camino tomarás? – le preguntó el bzou- ¿el de las agujas o el de los alfileres?

– El camino de las agujas, le dijo la niña. 

– Vale, entonces yo tomaré el de los alfileres. 

La pequeña niña se distrajo recogiendo agujas. Mientras tanto, el hombre lobo llegó a la casa de la abuela, la mató y puso un poco de su carne en la despensa y una botella de su sangre en el estante. La niña llegó y llamó a la puerta. 

– Empuja- dijo el bzou- está cerrada con paja mojada. 
– Buenos días, abuelita. Te traigo una hogaza calentita y una botella de leche.
– Ponlo en la despensa, mi niña. Coge la carne que está allí, y bebe de la botella de vino que hay sobre el estante.

Mientras ella comía, un pequeño gato decía: 

¡Que puerca! Se come la carne de su abuela y se bebe su sangre.
– Desvístete, mi niña- dijo el hombre lobo- y échate aquí, junto a mí.
– ¿Dónde dejo el delantal?
– Tíralo al fuego, mi niña, ya no te va a hacer ninguna falta.

Y cada vez que le preguntaba dónde dejaba todas sus otras prendas, el corpiño, el vestido, las enaguas, las largas medias, el bzou respondía:

– Tíralas al fuego, mi niña, no las necesitarás nunca más.

Cuando se tumbó en la cama, la niña dijo:

– Ay, abuelita, ¡qué peluda eres!
– Así no paso frío, mi niña.
– Ay, abuelita, ¡qué uñas tan largas tienes!
– Así me rasco mejor, mi niña.
– Ay, abuelita, ¡qué hombros tan anchos tienes!
– Así puedo cargar la leña para el fuego, mi niña.
– Ay, abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes!
– Así te oigo mejor, mi niña. 
– Ay, abuelita, ¡qué agujeros de la nariz tan grandes tienes!
– Así aspiro mejor el aroma de mi tabaco, mi niña.
– Ay, abuelita, ¡qué boca tan grande tienes!
– Es para comerte mejor, mi niña. 
– ¡Oh abuelita, me he puesto mala¡ Déjame salir.
– Mejor háztelo en la cama, mi niña.
– Ay, no, abuelita, quiero ir fuera.
– De acuerdo, pero no tardes mucho.

El bzou le ató un cordón de lana al pie y la dejó salir. Cuando la niña estuvo fuera, ató el cordón a un ciruelo que había en el jardín. El hombre lobo se impacientó y dijo:

– ¿Estás haciendo mucho? ¿Estás cagando?. 

Cuando vio que no le respondía nadie, salió de la cama de un salto y vio que la niña había escapado. La siguió pero llegó a su casa justo cuando ella cerraba la puerta tras de sí, poniéndose a salvo.

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1 respuesta a El cuento de la película y la película del cuento

  1. Elizabeth dijo:

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